Para contribuir a situar aún más objetivamente la mise en scène del fenómeno en cuestión a través de la historia y las diferentes maneras en que se ha inducido su manifestación, se estima conveniente reseñar su asociación a las practicas extáticas o de trance [1] empleadas para generar estados de conciencia alterada o no-ordinaria [2] merced a recursos de variada índole, de orden endógeno (como la oración, los mantras, el ayuno, la vigilia, las ordalías y ejercicios corporales, las técnicas de control de la respiración, la meditación trascendental, el yoga, etc., etc.) o de tipo exógeno como la ingestión de sustancias y plantas que producen cambios de conciencia (como los hongos del tipo amanita muscaria; El peyote, el don diego y el san pedro; El yagé, virola o Ayahuasca; la coca, el borrachero; el opio, la marihuana y el haschisch; La atropa, la datura y el beleño; la iboga, etc., etc.) [3] . Estas plantas han sido llamadas alucinógenas, psicoactivas, psicotrópicas o psicodi