ANTROPOLOGIA ESPIRITUAL
Desde sus orígenes mismos, como una especialidad de las Ciencias Humanas, la disciplina científica, o Ciencia Humana y Social[1], denominada Antropología ha buscado comprender la realidad cultural concomitante al devenir histórico y social del ser humano desde diferentes perspectivas; Proponiendo, con el correr del tiempo, el desarrollo de ciertas subdisciplinas especializadas en aspectos específicos del quehacer existencial humano (etnografía, etnología, arqueología, paleo-antropología, antropología jurídica o del derecho, antropología medica y forense, antropología simbólica, etc., etc.), con el determinante objetivo de coadyuvar a definir una visión compleja, mas profunda y específica -de corte holístico- sobre el fenómeno humano.
A la fecha, hay una respetable cantidad de textos de investigaciones antropológicas acerca de la variopinta actividad de los Hombres; con diferente profundidad y perspectivas científicas que sin duda han contribuido a esclarecer, en algo, que es un ser humano, pero sin lograr explicarlo en su totalidad, es decir, dentro de un marco holístico y epistemológico.
En esta ardua labor no pocas veces se ha contado con la asistencia de las otras disciplinas de las ciencias humanas sin lograr alcanzar de manera contundente una interpretación definitiva de esa compleja manifestación de la naturaleza, llamada Hombre[2]; por un lado, una especie biológica ubicada en la cúspide de la evolución, desde una perspectiva etnocéntrica, y por otro, un singular objeto de la incertidumbre total en cuanto a sus orígenes espirituales y teleología o Raison de Ètre.
La Antropología tradicional, tampoco ha podido aportar explicaciones fehacientes al sempiterno problema de la desigualdad intrínseca del Hombre, manifiesta en la individualidad del temperamento y en el interés particular que anima a cada ser humano más allá del determinismo social que le pueda condicionar; ni del origen mismo de las diferencias culturales, ni mucho menos el singular estado de conciencia que separa al hombre de manera contundente de todas las demás especies.
Tampoco ha logrado propuestas efectivas, o soluciones racionales, al perpetuo problema del Conflicto Humano que se expresa en el genocidio y la expoliación que hemos hecho unos de otros a través de la historia.
De hecho, en no pocas ocasiones, los estudios antropológicos han servido a intereses hegemónicos de algunas clases o sectores sociales dominantes[3], con la intención de legitimar concepciones práctico-utilitarias en las que la noción de Ser Humano se presenta como una categoría enajenada y cosificada[4].
Así, han transcurrido más de dos siglos desde los primeros anticuarios europeos que -al lado de su voraz rapiña-, se dedicaron a poner por escrito algunas observaciones practicas sobre las costumbres o la cultura[5] de los pueblos, que sus gobiernos nacionales, (los de los anticuarios, por supuesto) sometían a la expoliación y al genocidio sistemático.
Hoy, se puede señalar, en algo se ha progresado, al menos para poder poner en evidencia esos trágicos eventos, que en su momento coadyuvaron, en términos de validez y legitimidad para el establishment, al sacrificio utilitario de decenas de etnias y culturas, que por su diferencia intrínseca no se correspondían con los intereses vigentes en esas épocas (casi siempre, de orden geopolítico y/o geoeconomico, cuando no ideológico-religioso).
Históricamente, no es atrevido decirlo, no ha sido fácil alcanzar la independencia para un libre quehacer antropológico, y menos aun desligado de la influencia de las ideologías imperantes (aunque aquí cabria citar el concepto Gramsciano, acerca de que no existe ciencia sin ideología). En el mejor de los escenarios, no pocas veces, tal quehacer ha sido considerado subversivo, -o cuando menos irrelevante-, en un abierto deseo por deslegitimarlo, sesgándolo u opacándolo, para tratar de minimizar su impacto social y político como una fuente de critica positiva.
Así, dentro de este marco conceptual, podríamos decir que el ejercicio liberal de la disciplina siempre ha estado condicionado por el statu quo, restándole con ello la relevancia histórica que verdaderamente le corresponde, como una disciplina o ciencia humana-social de compromisos histórico-sociales y políticos con vastos alcances analíticos e interpretativos.
En este contexto de dependencia, se entiende que una forma valida de poder subsistir ha sido el dedicar sus esfuerzos a la investigación de fenómenos puntuales, casos microscópicos, cuya relevancia de manera alguna no parezca ir en contra del establishment; o en simple estudio de lo trivial e inocuo.
Ahora, dentro de la tradición de los estudios antropológicos, diferentes escuelas interpretativas (solo por citar a las mas relevantes: el Estructuralismo francés, el Funcionalismo inglés; el Culturalismo, Behaviorismo y Estructural-Funcionalismo estadounidenses; el Materialismo Histórico-Dialéctico alemán) han hecho su respectivo aporte para tratar de comprehender el fenómeno humano -toda la cultura del Hombre en sus múltiples manifestaciones-, con un relativo y muy reducido impacto dentro del discurrir cotidiano y la mejora de la calidad de vida de los seres humanos en su conjunto.
Cada una de estas escuelas ha tenido su momento de relevancia histórica a nivel teórico-practico, fundamentando el quehacer de miles de investigadores, probablemente bien intencionados, que han dedicado su actividad profesional (vida y obra) a tratar de aprehender la verdadera naturaleza del fenómeno humano, pero sin lograr la trascendencia necesaria ni alcanzar el peso ideológico y moral requeridos para influir de manera incisiva en las decisiones que unos hombres, (las clases políticas y los oligopolios en particular) de manera arbitraria y practico-utilitaria toman en relación a las vidas de otros, dentro su devenir cotidiano.
Guardadas proporciones, lo que Karl Marx, en su critica a la filosofía tradicional y clásica dijera al considerarla meramente interpretativa, puede aplicarse a un elevadísimo porcentaje del quehacer de la antropología histórica y contemporánea hasta ahora conocida -salvo algunas excepciones de la llamada Antropología Aplicada.
En tanto, el mundo de los seres humanos sigue consumiéndose en un enajenado e inexplicado ejercicio de la negación homicida. En la exclusión de unos para con otros, basados en prejuicios de variada índole, que en el siglo XXI, aun generan una innumera cantidad de victimas, si no del todo inocentes, si al menos desprevenidas.
Es dentro de este correlato que la Antropología Espiritual se propone como un genuino esfuerzo de carácter científico y pragmático por lograr una síntesis de alcances holisticos y epistemológicos para la comprensión del fenomeno humano.
Ella aspira a presentar una manera sui generis de armar el puzzle existencial humano, para, además, de explicarlo o interpretarlo, ofrecer pautas que permitan modificarlo (en su percepción por el mundo de los “hombres del común” y la de los llamados “hombres de ciencia”), sin pretensiones dogmáticas ni absolutas, sino como un ejercicio válido, coherente y consistente de releer la historia de la gesta humana desde una perspectiva histórico social y espiritual.
Para ello estima de capital importancia darle espacio oficial a otras formas de pensamiento que pueden demostrar su consistencia y coherencia lógicas, tal y como ocurre con la Ciencia Espiritual[6]; Cuyos conceptos y preceptos son la piedra basal de esta novedosa forma de interpretar el devenir हुमानो
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NOTAS
[1] Aun no resulta claro, por los diferentes puntos de vista que existen si se la debe denominar, o conceptuar, ya sea como una disciplina o como una ciencia
[2] En términos filosóficos, sin consideración de género
[3] FORSTER, Peter. Empirismo e Imperialismo: Una revisión de la crítica de la Antropología Social por la Nueva Izquierda, en Crítica de la Antropología Británica. Cuadernos Anagrama No.156. Editorial Anagrama. Barcelona. 1977
[4] MARX, Karl. Manuscritos Economía y Filosofía. Editorial Alianza. S.A. Madrid. 9ª. Edición. 1980
[5] Entendiendo como tal, grosso modo, el conjunto general de manifestaciones vitales humanas (espirituales, intelectuales, ideológicas, éticas, políticas, sociales, económicas, estéticas, etc., etc.) que el Hombre ha manifestado a través de su historia como resultado y motivo para aprehender la naturaleza y humanizarla, esto en términos del Materialismo Dialéctico.
[6] Dentro del contexto que enseña, practica y difunde la AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Visitar: www.basilio.org.ar
[1] Aun no resulta claro, por los diferentes puntos de vista que existen si se la debe denominar, o conceptuar, ya sea como una disciplina o como una ciencia
[2] En términos filosóficos, sin consideración de género
[3] FORSTER, Peter. Empirismo e Imperialismo: Una revisión de la crítica de la Antropología Social por la Nueva Izquierda, en Crítica de la Antropología Británica. Cuadernos Anagrama No.156. Editorial Anagrama. Barcelona. 1977
[4] MARX, Karl. Manuscritos Economía y Filosofía. Editorial Alianza. S.A. Madrid. 9ª. Edición. 1980
[5] Entendiendo como tal, grosso modo, el conjunto general de manifestaciones vitales humanas (espirituales, intelectuales, ideológicas, éticas, políticas, sociales, económicas, estéticas, etc., etc.) que el Hombre ha manifestado a través de su historia como resultado y motivo para aprehender la naturaleza y humanizarla, esto en términos del Materialismo Dialéctico.
[6] Dentro del contexto que enseña, practica y difunde la AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Visitar: www.basilio.org.ar
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