ACERCA DE LOS ORIGENES DEL ESPIRITISMO
El Espiritismo, como una categoría formal, surge hacia 1847 a la luz pública a raíz de un episodio que, paradójicamente, a la vuelta de unos decenios, casi significaría su total descrédito al conocerse el fraude admitido por las protagonistas del hecho, las tristemente célebres Hermanas Fox, de Hydesville, ciudad del condado de Wayne en el Estado de Nueva York, EE.UU., quienes mantuvieron por casi 40 años un sutil engaño producto de su habilidad prestidigitadora y ambiciones personales[1].
Sin embargo, y casi de manera contemporánea, a mediados del siglo XIX, el dispendioso trabajo de un reconocido hombre de academia, Hippolyté León Denizard Rivail, más conocido como Allan Kardec, se constituyó en el primer intento serio por organizar y codificar todos los datos dispersos que durante centurias el tema había suscitado. Su obra principal, El Libro de los Espíritus[2] se convirtió en la piedra basal de lo que con el correr del tiempo llegaría a ser un movimiento de trascendencia mundial.
Ahora, desde una perspectiva histórica, es pertinente señalar que las manifestaciones primarias de este tema se remontan a las Edades de la Prehistoria Humana[3] cuando los hombres primitivos dejaron impresa en las paredes de las cavernas su noción de un mundo inmaterial habitado por entidades desconocidas para ellos cuya acción era determinante en su devenir cotidiano. Los hechiceros, como los primeros iniciados, se convirtieron en aquellos seres intermediarios entre un mundo material regido por potencias abstractas –los espíritus elementales de la naturaleza-y los hombres. En la antigüedad era una creencia muy extendida que todo cuanto acontecía en la Tierra tenía una relación subyacente de causalidad con ciertos fenómenos naturales. Así, la posición de los astros visibles sugería para los babilonios la manera de conocer las decisiones de los dioses y de ahí inferir cual habría de ser la suerte de los hombres[4].
La presencia de oráculos encarnados en profetas y profetizas, garantizaba la predicción del futuro mediante las Artes Adivinatorias, mediante signos supuestamente dados por la divinidad. Esta actividad, se valía de los medios más diversos, como el movimiento de las estrellas, la previsión de las condiciones atmosféricas; la interpretación del vuelo de las aves o la observación de las entrañas de animales sacrificados ex profeso. De los babilonios surgió una “ciencia” con este objeto: La Astrología de la cual se derivaron los horóscopos o predicciones sobre el devenir de la existencia de los individuos considerando la posición de los astros al momento de su nacimiento. Esta creencia, pasados cuatro mil años, aún prevalece y se muestra cotidianamente en los diarios.
Ya los babilonios atribuían a los espíritus malos todas las experiencias negativas que afectaban la vida de los hombres. Desde esos tiempos, los Magos y Exorcistas se convirtieron en connotados personajes dentro del ámbito social.
En épocas más recientes, específicamente en Egipto, las prácticas esotéricas ocupaban una principalísima parte de las actividades cotidianas de sus moradores. Para los egipcios la muerte no era una cesación, sino un simple cambio de la vida presente y el tránsito a otra existencia más significativa. Para los creyentes de RA, el alma errante vagaba por los espacios hasta lograr asiento en la Barca de Osiris, y dentro de este contexto el embalsamamiento de los cuerpos presuponía la incorrupción de las almas; Pues ellos suponían que estas retornaban a los cuerpos abandonados al momento de expirar. Claro que este no era un proceso tan simple. Tanto en Egipto como en la India, se creía que los espíritus estaban sujetos a la metempsicosis o continua pluralidad de existencias hasta alcanzar el más alto grado o purificación. Esta creencia en la trasmigración[5] explica el culto que los Egipcios le rendían a los animales y el profundo respeto que los Hindúes profesan a toda forma de vida animal. En los libros sagrados del Antiguo Egipto como el Per-em-hru, se mencionan las prácticas espiritistas que los adivinos empleaban para relacionar a los vivos con el dios Osiris, juez y rey de la mansión de los muertos y con los muertos mismos, en particular con aquellos que habían devenido en seres divinizados, de un orden superior, ya fuera de su cuerpo físico, muertos o desencarnados[6]
En la Grecia clásica no faltaron los cultores de la adivinación, de la magia negra y la necromancia; siendo esta última la facultad de prever el futuro evocando los espíritus de los muertos. Así, fueron muy renombrados los Oráculos, como el de Delfos, en donde los dioses daban a conocer su voluntad a los hombres a través de presagios. Allí, las Pitonisas, sacerdotisas de Apolo, el entrar en trance extático proferían retahílas que los demás sacerdotes interpretaban para darles un sentido ordenado, lleno de significados, que comunicarían posteriormente al consultante del oráculo.
De tenor parecido, son los Augures o sacerdotes antiguos en la Roma Clásica; sacerdotes de la religión gentílíca[7] practicantes de las artes adivinatorias a través del canto y del vuelo de las aves y por otros signos. Igual de relevantes fueron los Arúspices expertos en presagios sin cuyo concurso ningún romano se atrevía a emprender cualquier actividad significativa. El devenir histórico posterior con el ascenso en occidente de la primera gran religión, el cristianismo católico, merced al Concilio de Nicea en 325, condenó y relegó casi al olvido todas estas prácticas por estimarlas contrarias a su percepción ética y doctrina unitaria.
En consecuencia, parte de los viejos creyentes no conversos a la nueva religión continuaron practicando de manera soterrada esas antiguas creencias, que durante el medioevo y los tiempos renacentistas se llegaron a considerar meras leyendas, propias de gentes supersticiosas e ignorantes. En esto nuevos contextos históricos aparecen una serie de investigadores aislados denominados ocultistas que imbuidos de una incipiente noción de ciencia, (observación consistente de los fenómenos de la naturaleza para su clasificación y predicción) entremezclaban elementos de ésta con las creencias supersticiosas supervivientes. Así se manifestaba una singular mezcla entre religión, teología, filosofía y alquimia, con la astrología, la jurisprudencia, las matemáticas y la medicina en una nueva “ciencia” denominada Hermetismo, cuyo principal y más destacado precursor fuera Roger Bacón (1214-1294), estimado, también, como el más calificado iniciador de los estudios paranormales[8]. De los tiempos postreros de la Edad Media y comienzos de la Edad Moderna, destacan personajes como Paracelso (pseudónimo de Félix Aurelio Teofastro Bombast de Hohenheim, 1493-1541)), célebre Médico, Alquimista y Mago que fácilmente mezclaba su ciencia con la superchería expresada en el ocultismo.
De esta etapa, en medio de una intrincada maraña de creencias pseudo científicas y mágico-religiosas y el nacimiento categórico de lo que en breve sería considerada como la verdadera ciencia; en el lapso de apenas unos cientos de años aparecen de manera confusa, entreveradas con nociones pervivientes del ocultismo, las primeras nociones del espiritismo como posibilidad de comunicación entre el mundo material, o mundo de los hombres, y el mundo espiritual o mundo de los espíritus que otrora animasen a los seres humanos fallecidos.
Es así como se llega al momento de 1847, cuando el famoso episodio de las Hermanas Fox, independientemente de su fraudulenta acción, diera categoría oficial al Espiritismo dentro del estabhlisment. Pero no sería gracias a este connotado evento como el espiritismo adquiriría un status de doctrina respetable, sino merced al prolijo y detallado trabajo de investigación de un verdadero hombre de ciencia, León Hippolyté Denizard Rivail (Lyón,1804 - París, 1869), Médico, Pedagogo y Lingüista más conocido como Allan Kardec, quien sería reconocido como el codificador o sistematizador del espiritismo.
El fenómeno espiritista le permitió a Allan Kardec la propagación de una doctrina de carácter Moral que estaría en plena consonancia con las tendencias románticas y espirituales de la época. Su talante metafísico, con la afirmación rotunda de que era posible establecer comunicación con el mundo espiritual, significó una alternativa trascendental para no pocos desafectos con las religiones tradicionales y que buscaban darle un sentido racional a su existencia de frente al dogma que promulgaban las creencias imperantes[9].El innegable embate de las doctrinas científicas materialistas de la segunda mitad del siglo XIX suscitó una crisis en la credibilidad de las viejas religiones positivas, generando unas favorables circunstancias para que la doctrina espiritista alcanzara notorio reconocimiento y una vasta difusión por el Orbe occidental.
Menester señalar, que parte de la acogida popular de esta primera versión formal del espiritismo se debió a que la obra kardeciana estaba claramente relacionada, e influenciada, con muchos de los preceptos doctrinarios del Judeo-Cristianismo, y en particular de su Libro Sagrado, la Biblia: Un buen ejemplo de ello lo constituye el libro El Evangelio Según El Espiritismo[10]. Sin embargo, su propuesta de una nueva fe, de una doctrina liberal, democrática, igualitaria y tolerante en materia religiosa le granjeó no pocos detractores, especialmente de la clerecía católica que veía peligrar su tradicional influencia entre los feligreses ante una nueva doctrina que proponía “restaurar la pureza del cristianismo primitivo”[11]
Pese a ello, su difusión no se detuvo alcanzando presencia en muchos países del hemisferio occidental, con la creación de centros de estudio y escuelas filo-kardecianas y otras de similar jaez que promulgaban la doctrina como una protociencia alternativa de carácter filosófico, válida y revolucionaria por su percepción y explicación del mundo atípicas[12]. Este movimiento, hacia 1870, alcanzo tal resonancia que llamó la atención de ciertos sectores de la intelligentsia europea (Arthur Connan Doyle, William Crookes, William James, Charles Richet) que manifestaron abierto interés por algunos de los fenómenos expuestos por la práctica de los principios espiritistas concitando así la primera etapa de la investigación propiamente científica de los fenómenos paranormales. Esta etapa preliminar de investigación con métodos experimentales y de laboratorio se denominó metapsíquica, neologismo propuesto por Charles Richet; Y puede considerarse que fueron las investigaciones adelantadas por William Crookes, físico y químico inglés miembro de la Sociedad Dialéctica de Londres, acerca de los fenómenos espiritistas, el primer esfuerzo serio y exhaustivo, piedra basal, de esta “nueva” versión del espiritismo: Un intento por desligarle del matiz místico y de la herencia religiosa que en su anterior momento tuviera[13].
Este empeño se prolongo por un lapso de más de 50 años, hasta entrada la segunda década del siglo XX, cuando se celebró en la ciudad de Copenhague, el Primer Congreso Internacional de Investigaciones Psíquicas, 1921; y posteriormente, en 1923, se celebró el Segundo Congreso en donde se tomaron dos importantes resoluciones: la primera, separar claramente la Metapsíquica del Espiritismo y la segunda, establecer una terminología propia para designar los fenómenos. Esa primera decisión significaba desligar el interés científico positivo de los afanes espiritistas cuyas prácticas estaban enmarcadas por un contexto moral y usaban la fe como recurso convalidatorio.
Para el año de 1934, merced al trabajo del Dr. Joseph Rhine, catedrático de la Universidad de Duke en EE.UU., surgió una nueva metodología para la investigación de los fenómenos metapsíquicos, -otrora espiritistas- comenzando otra fase pro científica que llegaría a conocerse como Parapsicología, categoría, que en palabras de su gestor, Max Dessoir:
“...serviría para caracterizar toda una región fronteriza aún desconocida que separa los estados sicológicos habituales de los estados patológicos con el simple objetivo de estar al servicio de una finalidad práctica…”[14].
A pesar de estos intentos por aplicar al estudio de los fenómenos espirituales una metodología apropiada para el conocimiento de las ciencias naturales, y de desligar de estas percepciones toda carga mística o religiosa, ciertos seguidores de un espiritismo más ortodoxo persistieron en el empleo de los textos kardecianos y afines, casi todos fuertemente influenciados por una tradición judeo-cristiana de 2000 años de religiones bíblicas.
El decurso histórico manifiesto en las guerras de ocupación y colonización de los territorios de ultramar por parte de las potencias hegemónicas durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas del siglo XX; aunado a los procesos de esclavización de los siglos anteriores, conllevo situaciones de sincretismos culturales y de transculturación en los que las creencias, en particular, de ciertas comunidades tradicionales de origen africano se mezclaran con los preceptos de esta nueva doctrina dando lugar a múltiples formas de contenido espiritista con significativa presencia en países como el Brasil y la zona del caribe, en las que principios del animismo, la magia y hechicería estarían de lado con valores de tipo Judeo-Cristiano[15].
En términos generales, tal situación de proliferación indiscriminada de sectas espiritistas se mantuvo hasta el año de 1917, cuando dos mediumns espiritistas[16], seguidores de la ortodoxia kardeciana, fundaran, en Buenos Aires, República de la Argentina, la Asociación Escuela Científica Basilio, ECB, con el propósito de realzar los principios de la doctrina espiritista dentro de un contexto científico con bases de orden ético-moral que en breve significaría su transformación cualitativa en la denominada Ciencia Espiritual, fase superior del espiritismo empírico practicado hasta esa fechas[17]।
________________________________________
NOTAS
[1] AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Curso Para Auxiliares. Libro Tercero, 2ª. Parte. 2ª Edición. Editorial ECB, Buenos Aires, 1976
[2] KARDEC, Allan. El Libro De Los Espíritus. Editorial Diana S.A. México. 10ª edición.1964
[3] FRAZER, Sir James. La Rama Dorada. FCE. Fondo de Cultura Económica. México. 1992
[4] FRAZER, Sir James. Ibidem
[5] Reencarnación en el sentido de que el espíritu cuando degradaba en su condición podía encarnar en un ejemplar de la especie animal
[6] JOHNSON, Paul. Antiguo Egipto. Editor Javier Vergara. Grupo Zeta. 1ª edición. Italia. 1999
[7] FRAZER, James. Op.Cit.
[8] AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Curso para Auxiliares. Libro Tercero, 2ª parte. 2ª Edición. Editorial AECB. Buenos Aires.1976
[9] AECB। Asociación Escuela Científica Basilio. Curso Para Auxiliares. Libro Tercero. 2ª parte. Editorial AECB, Buenos Aires.1976
[10] KARDEC, Allan. El Evangelio Según El Espiritismo. Editorial Diana. México.1974
[11] KARDEC, Allan. El Libro De Los Espíritus. Editorial Diana. México.1974
[12] PALMES, F.M. Metapsíquica y Espiritismo. Editorial Vozes. Río de Janeiro.11ª edición. 1961
[13] PALMES, F.M. Op.Cit
[14] Citado en: AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Curso Para Auxiliares. Libro Tercero. 2ª Parte. EDITORIAL AECB. Buenos Aires.1976
[15] JIMENEZ DEL OSO, Fernando. El Espiritismo Y La Respuesta De Los Muertos. Biblioteca Básica de Temas Ocultos. Editorial Universo. México .1983
[16] Médium. Expresión latina que traduce medio; En sentido lato persona que reúne las condiciones necesarias para que se manifiesten a través de ella los fenómenos espiritistas
[17] AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Curso Básico Para Auxiliares. Editorial AECB. Buenos Aires, 1970
[11] KARDEC, Allan. El Libro De Los Espíritus. Editorial Diana. México.1974
[12] PALMES, F.M. Metapsíquica y Espiritismo. Editorial Vozes. Río de Janeiro.11ª edición. 1961
[13] PALMES, F.M. Op.Cit
[14] Citado en: AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Curso Para Auxiliares. Libro Tercero. 2ª Parte. EDITORIAL AECB. Buenos Aires.1976
[15] JIMENEZ DEL OSO, Fernando. El Espiritismo Y La Respuesta De Los Muertos. Biblioteca Básica de Temas Ocultos. Editorial Universo. México .1983
[16] Médium. Expresión latina que traduce medio; En sentido lato persona que reúne las condiciones necesarias para que se manifiesten a través de ella los fenómenos espiritistas
[17] AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Curso Básico Para Auxiliares. Editorial AECB. Buenos Aires, 1970
Comentarios
Carlos Manrique de su particular postura científica, y perfectamente apostado en la disciplina de amplio dominio que maneja, la Antropología, imprime la impronta de su pensamiento dando algunas claves de cómo es “ese paso” de los seres humanos en búsqueda del mejoramiento espiritual.
Felicitamos el recorrido de las investigaciones que no evaden ángulos ni abismos peligrosos.
Nos hemos sumergido en sus escritos todos lujosamente expuestos con cientos de ventanas que permiten visualizar a detalle cada propuesta o reto que Carlos Manrique encuentra del ser humano al cual desarma pieza por pieza y vuelve a su armado en uso de exquisitas palabras y pensamientos.
El se define con personalidad compleja, tavez el ser humano se ha abandonado tanto en su existencialidad terrenal, que cuando un hombre toma cierta altura, téngaselo que ver expuesto a tales definiciones.
Felicitamos el trabajo, la forma de encarar el temario, la presentación ordenada de exposición y los retos que acepta en cada tema de los cuales siempre sale airoso. Y lo alentamos a que nos siga regalando conocimiento con la habilidad de su pluma y agilidad de su mente, mas no sea para una fiesta a nuestros sentidos de aprendizaje
Informes BS AS.
STAFF PERIODISTICO
EARMULTIMEDIA
República Argentina