HACIA UNA ANTROPOLOGIA ESPIRITUAL APLICADA
La Antropología Espiritual, se propone como un valido intento para lograr que la realidad se imponga sobre la apariencia, y que el estudio de los fenómenos de paso al estudio de las causas. Dicha posibilidad entraña una ruptura epistemológica con un modelo de conocimiento que ya ha probado su limitada capacidad explicativa tras centurias de inane efectividad para resolver los problemas fundamentales del ser humano. Históricamente, ya es la hora de afrontar la re-definición de categorías que tradicionalmente han sido relegadas y estigmatizadas al, -y por el-, campo de lo simbólico; Bien sea por franca ignorancia, por temor a lo desconocido, o al rechazo del establishment; o por falta de valor para asumir los riesgos implícitos al ahondar en un conocimiento arcano, de orden universal, relativo a la Raison de Être del Homo sapiens y de todo lo que existe, que podría cuestionar y remover todo el orden aceptado.
Como una postura metodológica de neto cariz científico, y una expresión del compromiso profesional y social, es pertinente insistir en la necesidad urgente de proyectar en el ámbito social, pragmática y eficazmente, los logros interpretativos del quehacer antropológico, a través de una visión holistica que faculte la comprehension total del fenomeno humano. Esto implica aceptar el carácter dual del ser humano, como una criatura biológica animada por un ser espiritual que interactúa y se retroalimenta de un entorno material/concreto yuxtapuesto a otro primigenio u original, el ámbito natural del espiritu o Dimensión Espiritual. Y esta visión holistica ha de correlacionarse con una nueva epistemología que reconozca en la Ciencia Espiritual, el fundamento de todas las demás ciencia de los Hombres o piedra basal de todo saber, pues es la ciencia esencial, o simplemente la ciencia por antonomasia.
Ya sea por los prejuicios religiosos y morales existentes, o por el acendrado materialismo a ultranza que ha signado el quehacer científico neopositivista de occidente, no podemos seguir negando la existencia de otras dimensiones u otras realidades solo por el simple expediente de no ser capaces de demostrar su validez dentro de los términos de una metodología científica de corte positivista y utilitario, consecuente con la limitada visión materialista de algunos hombres. Si aceptáramos este reto, podríamos emprender el estudio del fenomeno humano desde otra perspectiva; en un más amplio contexto: El de los Espíritus encarnados y su razón de ser en el universo material.
Considerando que este sería un tema que alcanzaría el nivel básico de lo primigenio; y que puede ser explicado y comprendido en términos consistentes y coherentes lógicamente hablando, es muy probable que la Antropología Espiritual se convierta en una especie de Piedra Filosofal que permitiría explicar las diversas dinámicas y evoluciones culturales del devenir humano.
Pero, si aun lo queremos, si la razón positiva se nos impone, aun podemos seguir en la dispersión de nuestras energías y capacidades analíticas objetivadas en nimiedades, puestas en dilettancias vacuas y estériles; En seguir pergeñando modelos inanes que tan solo incrementaran los anales pletóricos de otras inocuas reflexiones. Bien entendemos que algunos academicistas, cómodamente aburguesados y apoltronados en fáciles carreras, podrían proclamar su escándalo, quizá llegando a rasgarse las vestiduras, ante las propuestas temerarias de aquellos que proponen revisiones a lo establecido y más acción comprometida.
De hecho, la realidad ajena al academicismo; La dura realidad de miríadas de seres que sufren la explotación y el desprecio, nos reclama mas trabajo eficaz y efectivo; Un trabajo pragmáticamente útil para la comunidad; Con propuestas que en verdad aporten sólidas soluciones a la problemática de los Hombres, y como muestra de un franco quehacer de participación activa-reactiva; Amén, como legitima expresión de vida y compromiso, acorde con nuestra naturaleza, también, humana.
La praxis de la Antropología Espiritual entraña un proceso de auto-antropologizacion, que sitúe objetivamente al investigador en un contexto holístico e integral en el que sus más hondas convicciones soporten la más critica revisión a la luz de la verdad. Y tal examen ha de llevarle a asumir una actitud consecuente con el dolor que asola al mundo de los Hombres; convalidando la presentación de un sprit de corps frente a la iniquidad vigente en el mundo. Implementando una voluntad política tendiente a desenmascarar los falsos poderes y a reclamar reparación para todos los excesos.
Tales pretensiones pudieran parecer un exceso, un extremo compromiso; Un potencial de riesgo enorme. Pero, lo cierto es que a la luz de un conocimiento revisionista toda posición entrañaría un riesgo y en el ámbito contradictorio del mundo; Este mundo plagado de soterrados intereses mezquinos, existe un evidente peligro de que se apliquen medidas extremas para acallar lo inconveniente. Aun con esta sombría perspectiva, no podemos ser convidados de piedra ante la sin-razón del mundo, ni pretender enterrar la cabeza en la arena y dilapidar todo nuestro potencial y esfuerzo a tratar de hallarle relevancia a nimiedades irrelevantes. El mundo, ahí afuera de nuestra torre de marfil, reclama nuestra presencia de Hombres de Conocimiento, para aclarar las cosas, para descubrir lo abyecto, para deshacer los entuertos y redimir la desidia y el abuso. Si no esto, entonces para qué todos nuestro esfuerzos; Acaso para darle un aliciente fatuo a un ego esnobista de “humanistas”; A un limitado ego desubicado e impractico? Lo cierto es que nuestro quehacer da para todo, y a diferencia de otras ciencias o disciplinas no esta circunscrito a ámbitos o circunstancias especiales. De hecho basta la presencia de un simple hombre para hacer antropología. En el peor de los casos, el objeto de estudio puede ser uno mismo para hacer una auto-antropologizacion válida.
Este último recurso, nada carente de sentido práctico, si asumimos que la lógica señala el deber de conocerse primero a si mismo antes de pretender explicar al resto del mundo. Desde una óptica personal así hemos entendido nuestra praxis profesional. Dentro de esta dialéctica, consideramos un deber auto-antropologizarnos, atreviéndonos a hacer ruptura cuando sea necesario con ciertos paradigmas de la ortodoxia reduccionista; Atreviéndonos a cuestionar prejuicios academicistas de frente a la realidad pragmática del mundo, y su sabiduría inherente; Una sabiduría subyacente, consustancial, que espera ser aprehendida.
En el ámbito de la Antropología Espiritual se pregunta porqué no actuamos como verdaderos hombres de ciencia, comprometidos con la verdad, para ayudar a que cese el dolor del mundo; Para que pare la guerra, el genocidio, la expoliación y la explotación; Y nadie sufra más de hambre y de miseria. La Antropología Espiritual propone salir de la torre de marfil y meter las manos en el dolor que asola al mundo, en donde yacen miríadas de desubicados y desamparados, aquellos que nosotros decimos estimar, al menos como objetos de estudio, pero cuyo dolor no mitigamos de manera alguna, porque están muy lejos de nuestra irrealidad.
La Antropología Espiritual invita a realizarnos, dentro de la solidaridad y el auxilio efectivo para paliar el dolor y la miseria, con nuestro saber como instrumento; Con la ciencia como medio, vistos objetivamente los hechos, ya lejos del discurso maniqueo que opone a buenos y malos y dentro de una perspectiva espiritual que asume la fraternidad efectiva de los seres humanos. Tal actitud entraña, por demás, la incorporación de una ética que reconoce al Amor, como atributo fundamental del Ser, -en consonancia con la enseñanza de la Ciencia Espiritual-; Como un requisito consubstancial a la comprensión solidaria de los seres y factor de realización plena de mismos: Como el sentimiento de comunión y auténtica devoción inherente a si mismo y a todo lo existente.
De igual manera convalida la necesidad de implementar una Moral fundada en principios de equidad que reconozcan la estricta igualdad de los seres humanos en relación a sus atributos constitutivos, derechos y responsabilidades de frente a si mismos y a los demás. Propone aceptar la diferencia como la manifestación más sublime de la Inteligencia Suprema capaz de crear seres constitutivamente iguales pero aptos para demostrarse individualmente expresando su unicidad e idiosincrasia particulares, en un pleno ejercicio de su Libre albedrío y como máxima expresión de su Libertad. A si mismo, propone reafirmar que la apariencia fenomenológica del mundo no es más que un sofisma de distracción que impide apreciar la verdadera naturaleza de los seres y de las cosas; Una naturaleza que ha de aprehenderse a la luz de una óptica trascendental que reconoce en todo lo existente su cariz espiritual primordial.
Propone, además, el estudio sistemático de lo subyacente, e históricamente relegado de manera peyorativa al campo de lo mágico-religioso, para extraer de ahí mismo los elementos de comprensión de la verdadera realidad y resolver la contradicción que enajena e impide a los seres humanos vivir su existencia a plenitud.
La antropología tradicional esta en mora de hacer su aporte efectivo a la solución del conflicto humano. Pero para lograrlo ha de revisarse y atreverse a romper esquemas que la condicionan y limitan. La visión materialista del mundo le priva de reconocer que el ser humano es algo más que una mera criatura biológica. Su prejuicio positivista le impide aceptar que existe un espíritu allende la materia, y que debe encarar su estudio y comprensión objetivos para alcanzar la explicación definitiva acerca de la realidad del hombre y la causa de su existencia.
Es a través de una experiencia empírica sui generis, de la puesta en práctica de una alternativa metodológica diferente (el estudio y estimulo de la mediumnidad) como podrá acceder a nuevos niveles de conciencia que le ampliaran ilimitadamente el horizonte de sus conocimientos, trascendiendo el universo tridimensional de los hombres hasta aprehender su numen y comprender la razón ultima de su existencia. Con el conocimiento objetivo de las causas será posible, entonces, abordar el estudio de las soluciones y proveer así al Hombre del presente y del futuro las herramientas objetivas que le permitirán asir racionalmente el sino de su existencia y no ser ya mas victima de la incertidumbre o de los avatares de intereses soterrados que históricamente le han manipulado y sometido.
Entonces, habrá ya una antropología aplicada, útil y practica, que junto con otros saberes, permitirá al Hombre trazar una ruta clara conducente a su realización plena, dejando atrás, para siempre, los submundos de la ignorancia, de la incertidumbre y de la sinrazón genocida.