ACERCA DE LA MEDIUMNIDAD O SEXTO SENTIDO
Desde que el Hombre, o Espíritu Encarnado[1], habita el planeta, siempre ha manifestado un reiterado interés por esclarecer sus orígenes tanto desde una perspectiva biológica como de una perspectiva trascendental, expresada en una vaga noción acerca de un mundo numénico del cual cree provenir, y cuya definición ha ocupado el quehacer de su pensamiento simbólico desde edades inmemorables.
Según la Ciencia Espiritual, La intuición, como la forma básica de la Mediumnidad[2], le ha servido para entrever, en una especie de claro-oscuro informe, esa Realidad No-Ordinaria[3], U Otra Realidad, que le intriga y reclama, como consecuencia de su naturaleza dual, una espiritual y la otra humana.
Con base en la Ciencia Espiritual, se ha establecido que tal facultad es inmanente a todo ser que posea una mente (de ahí el termino, mediumnidad), infiriendo por ello que todo ser humano ha sido y es mediumnímico; Aunque no todos los Hombres hayan expresado de manera evidente tal condición, aparte de la llamada intuición, quizá en parte debido a sus propias limitaciones espirituales, o por las limitaciones culturales que su inmediato entorno social le han impuesto. Sin embargo, ciertos individuos, históricamente hablando, han puesto en evidencia tal fenómeno de manera ostentosa y reiterativa, independientemente de la aceptación explicita o el rechazo de sus propios pueblos; y, dependiendo del marco cultural que les haya contenido, se les ha reconocido, en múltiples oportunidades, como intermediarios[4] entre el mundo de los hombres y el mundo de la otra realidad, o del Mas Allá; otra manera de denominar la dimensión espiritual, esencial o numénica. Estos citados individuos , a través del decurso histórico, han recibido nombres tales como chamanes, hechiceros, pitonisas, augures, hierofantes, nigromantes, etc., etc., para Asia y Europa; y, como medicine-man, brujos, mamos, curacas, jaibanas, taitas, curanderos, para América, etc., etc., con una función espiritual y sociocultural muy parecida[5].
En sus comienzos, dentro del contexto de la horda primitiva, tales personajes jugaron roles determinantes en la aprehensión de la naturaleza por parte del Hombre; Una naturaleza animada por fuerzas desconocidas y hostiles. De igual manera incidieron en el proceso de organización social general, llegando a ocupar lugares preeminentes en el seno de sus incipientes sociedades (como sacerdotes-reyes) que les permitieron acumular grandes poderes de vida y muerte sobre el resto de sus congerenes, para determinar en no pocos casos el sino histórico y cultural de las mismas[6] .
Para la ciencia tradicional, entendiéndose por aquella circunscrita al mundo occidental (de enfoque materialista, neo racionalista y empirio-positivista), estos fenómenos han sido clasificados en el campo de lo simbólico, universo en donde confluyen todas esas manifestaciones de la cultura que no pueden ser aprehendidas en términos objetivos de la realidad concreta, en el mejor de los casos, o simplemente descalificándoles al relegarlos al rubro de lo fantasioso, o como un simple remanente cultural de las pretéritas edades primitivas de la raza humana[7].
La manifestación de la Mediumnidad (o Sexto sentido o Sentido Espiritual), en términos generales, dentro del contexto de la civilización occidental, ha sido un controvertido fenómeno que en no pocas oportunidades ha suscitado abierto rechazo, y, en no menos ocasiones, franca persecución a cuenta del establishment, a veces con saña genocida. Su descalificación a priori como manifestación de anomalías mentales ha sido un socorrido método de negación y exclusión. Aún, en tiempos mas recientes, a la luz de la aparición de disciplinas científicas como la psicología y la psiquiatría, ha recibido un tratamiento, -si bien menos drástico y negador-, igualmente marginal, al relegarla al ámbito patológico de la esquizofrenia o de los cuadros de psicopatologías de personalidad múltiple o desórdenes de la personalidad[8]. A cuenta de ello, no pocos seres con estas manifestaciones han resultado incinerados en la hoguera o internados en los frenocomios.
De otra parte, pocos investigadores formales, con verdadera entereza moral e intelectual, han asumido el estudio del fenómeno sin temer a la pesada carga de los prejuicios académicos, sociales y religiosos, que lo sesgan y repudian[9]. Sin embargo, y a pesar, de las innumeras cacerías de brujas (la expresión cabe en doble sentido, el figurado y el explicito); De las recurrentes inquisiciones homicidas, el fenómeno, como tal, no ha desaparecido. Más aún, y a pesar, de que la ciencia formal haya provisto los medios tecnológicos para domeñar la materia y transformarla al punto de permitir al Hombre emprender la exploración del cosmos y acceder a los micro mundos del átomo.
Para la comprehension del fenómeno en si, se requiere de nociones que la ciencia formal ha sido incapaz de acuñar o asumir, y que la Ciencia Espiritual, desde hace casi un siglo ya, ha expuesto y discutido: la Mediumnidad[10], es una facultad inherente a todo espíritu o partícula encarnados que posean una mente; Es el medio a través del cual este individuo accede, se correlaciona e interactúa, con el mundo primordial (llámese noumenico o simplemente espiritual en sentido lato) que le origina, sustenta y contiene. La expresión de esta facultad, socio históricamente hablando, no ha estado sujeta a ningún grupo humano en particular o a condiciones medio socioculturales o ambientales especiales; De hecho ha presentado un carácter universal y, en términos diacrónicos, permanente.
Las condiciones en que el fenómeno se ha evidenciado, prácticamente se corresponden con el devenir evolutivo de la especie humana y su grado de perfeccionamiento moral, espiritual y cultural; Pudiéndose reconocer desde manifestaciones elementalmente elaboradas, hasta formas sutiles y muy complejas. En términos cualitativos es posible establecer una diferencia conceptual y procedimental entre el brujo psicopompo y el médium intelectual capaz de abstraer y teorizar sobre la misma Ciencia Espiritual. En otras palabras, tal fenómeno, se ha manifestado acorde con el grado de adelanto o evolución espiritual que el ser haya logrado en su devenir como Hombre o Espíritu Encarnado; Acorde con el sustrato ideológico, o condición espiritual, que le determina en su aspecto cultural, ya sea con una tendencia al altruismo filantrópico o a una negación homicida. Así, tal facultad se ha usado para hacer el bien y para hacer el mal.
En el espectro ético-moral, el fenómeno se ha manifestado como un manera de mediar entre dos opuestos dialécticos simbólicamente caracterizados, casi universalmente, como el bien y el mal; Dos caras de una misma moneda, que por un lado representan un hito altruista signado por la bondad y un hito negativo signado por la maldad. Quien media médium[11], busca convocar la aquiescencia de fuerzas oscuras, benignas o no, e imponderables, que ejercen un poder de vida o muerte sobre unas criaturas frágiles y deleznables[12]; sujetas al capricho arbitrario de estas entidades supra materiales, que por razones nunca del todo claras, manipulan su vida, dando o quitando (en términos de bienestar o fracaso como enfermedades o ruina material) en una sempiterna ambigüedad en la que se debate el sino de las criaturas llamadas Hombres.
Así, en este orden de ideas, y con base en el aporte de la Ciencia Espiritual, se puede afirmar que todos los seres humanos han sido y son mediums, sin excepción; Aunque la expresión de esta facultad se haya restringido por razones múltiples, -que a la luz de la verdad deben esclarecerse y discutirse (intereses de dominación y exclusión generalmente)-, a unos cuantos “elegidos” o “iniciados” que han ejercido un papel hegemónico y de supremacía en el seno de sus grupos sociales[13].
Históricamente, la practica de la mediumnidad ha estado adscrita al ejercicio de un poder, que por una parte privilegia al practicante, haciéndole preeminente dentro de su ámbito sociocultural y acreedor a prebendas o beneficios que para los demás se niegan; y que por otra le facultan para decidir sobre el decurso de los individuos en particular, y de sus pueblos en general. La concepción sociohistórica de un ethos de la gesta humana, en términos del bien y del mal; Como la oposición dialéctica inherente al decurso contradictorio de la Cultura de los Hombres, en términos generales, ha sesgado el objetivo básico del fenómeno, asociándolo en la mayoría de las veces a un medio de lucha constante entre El Bien (el mundo de las entidades benévolas y filo humanas) y El Mal (el mundo de los demonios o entidades perversas que desean perjudicar al hombre)[14]. Este hecho, como una constante histórica hasta el advenimiento de la Ciencia Espiritual, ha impedido justipreciar el auténtico valor de la Mediumnidad en sí, como la forma y método quizá más idóneos y trascendentales de acceder al conocimiento supremo de la realidad espiritual y material del Hombre.
Ahora, en un contexto holístico y epistemológico, la Antropología Espiritual, propone que la concepción formal de este fenómeno ha de ser revisada para relevar la trascendencia y validez que históricamente reclama, como una cualidad inherente a la naturaleza dual del ser humano (espíritu-materia); Como un mecanismo de legitimación, y medio de acceso, investigación, comprobación y expresión de la dimensión espiritual o mundo primordial del cual provienen, antes y ahora, todos los Espíritus Encarnados, mas comúnmente conocidos para la historia y la ciencia tradicional como Hombres.
Para la Antropología Espiritual, el ejercicio de la Mediumnidad (o Sexto sentido, o Sentido Espiritual), constituye un hecho innegable, presente históricamente, de maneras diversas, en todos los contextos culturales conocidos, y cuyo estudio concienzudo y sistemático, libre del prejuicio neopositivista, ha de servir para esclarecer objetivamente todos los matices del sino humano. En una dimensión gnoseológica, es preciso reconocer, desde una perspectiva ético-moral, que su funcionalidad ha estado sesgada por un deseo enajenado de control o poder sobre el entorno sociocultural que lo ha contenido; mixtificando el conocimiento objetivo de lo que es, y del verdadero propósito que debería tener. Tal acción ha llevado a que la mayoría de sus practicantes se hayan erigido en personajes con un poder cuasi omnipotente sobre sus congerenes, y como promotores de una teleología tendiente, en términos generales, ha favorecer intereses de oscura intención, de corte dominante, intimidante y excluyente.
Todo lo expuesto lleva a concluir que ha sido un fenómeno incomprendido y descontextualizado del sentido ético-moral que verdaderamente le sustenta, mostrándole como un mecanismo de dominación, negación y alineación del Hombre por el Hombre mismo; Favorecedor de intereses oscuros que tan solo han pretendido alcanzar la preeminencia de unos seres por sobre otros, y la adquisición de un poder ilegitimo, que lejos de liberar al ser humano del mundo de la incertidumbre, le ha sumido mas en ella।
Según la Ciencia Espiritual, La intuición, como la forma básica de la Mediumnidad[2], le ha servido para entrever, en una especie de claro-oscuro informe, esa Realidad No-Ordinaria[3], U Otra Realidad, que le intriga y reclama, como consecuencia de su naturaleza dual, una espiritual y la otra humana.
Con base en la Ciencia Espiritual, se ha establecido que tal facultad es inmanente a todo ser que posea una mente (de ahí el termino, mediumnidad), infiriendo por ello que todo ser humano ha sido y es mediumnímico; Aunque no todos los Hombres hayan expresado de manera evidente tal condición, aparte de la llamada intuición, quizá en parte debido a sus propias limitaciones espirituales, o por las limitaciones culturales que su inmediato entorno social le han impuesto. Sin embargo, ciertos individuos, históricamente hablando, han puesto en evidencia tal fenómeno de manera ostentosa y reiterativa, independientemente de la aceptación explicita o el rechazo de sus propios pueblos; y, dependiendo del marco cultural que les haya contenido, se les ha reconocido, en múltiples oportunidades, como intermediarios[4] entre el mundo de los hombres y el mundo de la otra realidad, o del Mas Allá; otra manera de denominar la dimensión espiritual, esencial o numénica. Estos citados individuos , a través del decurso histórico, han recibido nombres tales como chamanes, hechiceros, pitonisas, augures, hierofantes, nigromantes, etc., etc., para Asia y Europa; y, como medicine-man, brujos, mamos, curacas, jaibanas, taitas, curanderos, para América, etc., etc., con una función espiritual y sociocultural muy parecida[5].
En sus comienzos, dentro del contexto de la horda primitiva, tales personajes jugaron roles determinantes en la aprehensión de la naturaleza por parte del Hombre; Una naturaleza animada por fuerzas desconocidas y hostiles. De igual manera incidieron en el proceso de organización social general, llegando a ocupar lugares preeminentes en el seno de sus incipientes sociedades (como sacerdotes-reyes) que les permitieron acumular grandes poderes de vida y muerte sobre el resto de sus congerenes, para determinar en no pocos casos el sino histórico y cultural de las mismas[6] .
Para la ciencia tradicional, entendiéndose por aquella circunscrita al mundo occidental (de enfoque materialista, neo racionalista y empirio-positivista), estos fenómenos han sido clasificados en el campo de lo simbólico, universo en donde confluyen todas esas manifestaciones de la cultura que no pueden ser aprehendidas en términos objetivos de la realidad concreta, en el mejor de los casos, o simplemente descalificándoles al relegarlos al rubro de lo fantasioso, o como un simple remanente cultural de las pretéritas edades primitivas de la raza humana[7].
La manifestación de la Mediumnidad (o Sexto sentido o Sentido Espiritual), en términos generales, dentro del contexto de la civilización occidental, ha sido un controvertido fenómeno que en no pocas oportunidades ha suscitado abierto rechazo, y, en no menos ocasiones, franca persecución a cuenta del establishment, a veces con saña genocida. Su descalificación a priori como manifestación de anomalías mentales ha sido un socorrido método de negación y exclusión. Aún, en tiempos mas recientes, a la luz de la aparición de disciplinas científicas como la psicología y la psiquiatría, ha recibido un tratamiento, -si bien menos drástico y negador-, igualmente marginal, al relegarla al ámbito patológico de la esquizofrenia o de los cuadros de psicopatologías de personalidad múltiple o desórdenes de la personalidad[8]. A cuenta de ello, no pocos seres con estas manifestaciones han resultado incinerados en la hoguera o internados en los frenocomios.
De otra parte, pocos investigadores formales, con verdadera entereza moral e intelectual, han asumido el estudio del fenómeno sin temer a la pesada carga de los prejuicios académicos, sociales y religiosos, que lo sesgan y repudian[9]. Sin embargo, y a pesar, de las innumeras cacerías de brujas (la expresión cabe en doble sentido, el figurado y el explicito); De las recurrentes inquisiciones homicidas, el fenómeno, como tal, no ha desaparecido. Más aún, y a pesar, de que la ciencia formal haya provisto los medios tecnológicos para domeñar la materia y transformarla al punto de permitir al Hombre emprender la exploración del cosmos y acceder a los micro mundos del átomo.
Para la comprehension del fenómeno en si, se requiere de nociones que la ciencia formal ha sido incapaz de acuñar o asumir, y que la Ciencia Espiritual, desde hace casi un siglo ya, ha expuesto y discutido: la Mediumnidad[10], es una facultad inherente a todo espíritu o partícula encarnados que posean una mente; Es el medio a través del cual este individuo accede, se correlaciona e interactúa, con el mundo primordial (llámese noumenico o simplemente espiritual en sentido lato) que le origina, sustenta y contiene. La expresión de esta facultad, socio históricamente hablando, no ha estado sujeta a ningún grupo humano en particular o a condiciones medio socioculturales o ambientales especiales; De hecho ha presentado un carácter universal y, en términos diacrónicos, permanente.
Las condiciones en que el fenómeno se ha evidenciado, prácticamente se corresponden con el devenir evolutivo de la especie humana y su grado de perfeccionamiento moral, espiritual y cultural; Pudiéndose reconocer desde manifestaciones elementalmente elaboradas, hasta formas sutiles y muy complejas. En términos cualitativos es posible establecer una diferencia conceptual y procedimental entre el brujo psicopompo y el médium intelectual capaz de abstraer y teorizar sobre la misma Ciencia Espiritual. En otras palabras, tal fenómeno, se ha manifestado acorde con el grado de adelanto o evolución espiritual que el ser haya logrado en su devenir como Hombre o Espíritu Encarnado; Acorde con el sustrato ideológico, o condición espiritual, que le determina en su aspecto cultural, ya sea con una tendencia al altruismo filantrópico o a una negación homicida. Así, tal facultad se ha usado para hacer el bien y para hacer el mal.
En el espectro ético-moral, el fenómeno se ha manifestado como un manera de mediar entre dos opuestos dialécticos simbólicamente caracterizados, casi universalmente, como el bien y el mal; Dos caras de una misma moneda, que por un lado representan un hito altruista signado por la bondad y un hito negativo signado por la maldad. Quien media médium[11], busca convocar la aquiescencia de fuerzas oscuras, benignas o no, e imponderables, que ejercen un poder de vida o muerte sobre unas criaturas frágiles y deleznables[12]; sujetas al capricho arbitrario de estas entidades supra materiales, que por razones nunca del todo claras, manipulan su vida, dando o quitando (en términos de bienestar o fracaso como enfermedades o ruina material) en una sempiterna ambigüedad en la que se debate el sino de las criaturas llamadas Hombres.
Así, en este orden de ideas, y con base en el aporte de la Ciencia Espiritual, se puede afirmar que todos los seres humanos han sido y son mediums, sin excepción; Aunque la expresión de esta facultad se haya restringido por razones múltiples, -que a la luz de la verdad deben esclarecerse y discutirse (intereses de dominación y exclusión generalmente)-, a unos cuantos “elegidos” o “iniciados” que han ejercido un papel hegemónico y de supremacía en el seno de sus grupos sociales[13].
Históricamente, la practica de la mediumnidad ha estado adscrita al ejercicio de un poder, que por una parte privilegia al practicante, haciéndole preeminente dentro de su ámbito sociocultural y acreedor a prebendas o beneficios que para los demás se niegan; y que por otra le facultan para decidir sobre el decurso de los individuos en particular, y de sus pueblos en general. La concepción sociohistórica de un ethos de la gesta humana, en términos del bien y del mal; Como la oposición dialéctica inherente al decurso contradictorio de la Cultura de los Hombres, en términos generales, ha sesgado el objetivo básico del fenómeno, asociándolo en la mayoría de las veces a un medio de lucha constante entre El Bien (el mundo de las entidades benévolas y filo humanas) y El Mal (el mundo de los demonios o entidades perversas que desean perjudicar al hombre)[14]. Este hecho, como una constante histórica hasta el advenimiento de la Ciencia Espiritual, ha impedido justipreciar el auténtico valor de la Mediumnidad en sí, como la forma y método quizá más idóneos y trascendentales de acceder al conocimiento supremo de la realidad espiritual y material del Hombre.
Ahora, en un contexto holístico y epistemológico, la Antropología Espiritual, propone que la concepción formal de este fenómeno ha de ser revisada para relevar la trascendencia y validez que históricamente reclama, como una cualidad inherente a la naturaleza dual del ser humano (espíritu-materia); Como un mecanismo de legitimación, y medio de acceso, investigación, comprobación y expresión de la dimensión espiritual o mundo primordial del cual provienen, antes y ahora, todos los Espíritus Encarnados, mas comúnmente conocidos para la historia y la ciencia tradicional como Hombres.
Para la Antropología Espiritual, el ejercicio de la Mediumnidad (o Sexto sentido, o Sentido Espiritual), constituye un hecho innegable, presente históricamente, de maneras diversas, en todos los contextos culturales conocidos, y cuyo estudio concienzudo y sistemático, libre del prejuicio neopositivista, ha de servir para esclarecer objetivamente todos los matices del sino humano. En una dimensión gnoseológica, es preciso reconocer, desde una perspectiva ético-moral, que su funcionalidad ha estado sesgada por un deseo enajenado de control o poder sobre el entorno sociocultural que lo ha contenido; mixtificando el conocimiento objetivo de lo que es, y del verdadero propósito que debería tener. Tal acción ha llevado a que la mayoría de sus practicantes se hayan erigido en personajes con un poder cuasi omnipotente sobre sus congerenes, y como promotores de una teleología tendiente, en términos generales, ha favorecer intereses de oscura intención, de corte dominante, intimidante y excluyente.
Todo lo expuesto lleva a concluir que ha sido un fenómeno incomprendido y descontextualizado del sentido ético-moral que verdaderamente le sustenta, mostrándole como un mecanismo de dominación, negación y alineación del Hombre por el Hombre mismo; Favorecedor de intereses oscuros que tan solo han pretendido alcanzar la preeminencia de unos seres por sobre otros, y la adquisición de un poder ilegitimo, que lejos de liberar al ser humano del mundo de la incertidumbre, le ha sumido mas en ella।
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NOTAS
[1] Otra manera de describir al Ser Humano, quien, según la Ciencia Espiritual, es una criatura de naturaleza hibrida (espíritu-materia) sujeta a una experiencia vital (biológicamente hablando) de carácter temporal sobre la faz del planeta tierra
[2] Tal Facultad le confiere al Espíritu Encarnado la posibilidad de acceder a, o comunicarse con, el mundo espiritual, a través de la mente, órgano de naturaleza hibrida (físico-etéreo). Ver: BASILIO Pedro y Otros. De la Creación a la Reencarnación. Editorial AECB. Buenos Aires.2003
[3] Concepto propuesto, entre otros, por el antropólogo Carlos Castaneda (ver: Una Realidad Aparte. Fondo de Cultura Económica, México, 1971) y relativo a una realidad paralela o yuxtapuesta, en la que moran los númenos (seres esenciales o primigenios); guardadas proporciones, una clara alusión al Mundo Espiritual, original, primigenio, que explica, a su vez, la Ciencia Espiritual.
[4] FRAZER, James. Op.cit.
[5] HARNER, Michel. El Viaje Del Chamán. Editorial Cairos. Barcelona. 1988.
[6] ELIADE, Mircea. El chamanismo Y Las Técnicas Arcaicas Del Éxtasis. Fondo de Cultura Económica. México.2001
[7] WESSELMAN, Hank. Encuentros Con El Espíritu. Editorial Plaza y Janés S.A. 1ª. Edición. Barcelona. 1998
[8] KASTENBAUM, Robert. Hay Vida Después De La Muerte?. Ediciones Internacionales Futuro S.A. 1ª. Edición. Madrid. 1986
[9] KARDEC, Allan, El Libro De Los Mediumns. Editorial Diana. México.1971
[10] La Ciencia Espiritual propone que la mediumnidad se corresponde, con mayor rigor semántico, a un Sentido Espiritual, correspondiente etéreo de los sentidos físicos aunque no de manera absolutamente equivalente.
[11] Termino acuñado para definir a quien posee facultades Mediumnímicas (en sentido lato, todo espíritu encarnado), que utiliza para mediar entre el mundo de lo material-concreto (o universo físico) y el mundo del Mas Allá o Mundo Espiritual (mundo esencial, numénico o etéreo) propiamente dicho. Tal caracterización implica un desarrollo particular de esta cualidad que le confiere al agente de este fenómeno una connotación especial dentro del seno social que le contiene
[12] OTTO, Rudolp. Lo Santo. Lo Racional y lo Irracional en la Idea de Dios. Alianza Editorial S.A. Madrid. 1980
[13] AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Curso Para Auxiliares. Libro Tercero, 1ª parte. 1ª Edición. Editorial AECB. Buenos Aires.1974
[14] AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Ibidem
[1] Otra manera de describir al Ser Humano, quien, según la Ciencia Espiritual, es una criatura de naturaleza hibrida (espíritu-materia) sujeta a una experiencia vital (biológicamente hablando) de carácter temporal sobre la faz del planeta tierra
[2] Tal Facultad le confiere al Espíritu Encarnado la posibilidad de acceder a, o comunicarse con, el mundo espiritual, a través de la mente, órgano de naturaleza hibrida (físico-etéreo). Ver: BASILIO Pedro y Otros. De la Creación a la Reencarnación. Editorial AECB. Buenos Aires.2003
[3] Concepto propuesto, entre otros, por el antropólogo Carlos Castaneda (ver: Una Realidad Aparte. Fondo de Cultura Económica, México, 1971) y relativo a una realidad paralela o yuxtapuesta, en la que moran los númenos (seres esenciales o primigenios); guardadas proporciones, una clara alusión al Mundo Espiritual, original, primigenio, que explica, a su vez, la Ciencia Espiritual.
[4] FRAZER, James. Op.cit.
[5] HARNER, Michel. El Viaje Del Chamán. Editorial Cairos. Barcelona. 1988.
[6] ELIADE, Mircea. El chamanismo Y Las Técnicas Arcaicas Del Éxtasis. Fondo de Cultura Económica. México.2001
[7] WESSELMAN, Hank. Encuentros Con El Espíritu. Editorial Plaza y Janés S.A. 1ª. Edición. Barcelona. 1998
[8] KASTENBAUM, Robert. Hay Vida Después De La Muerte?. Ediciones Internacionales Futuro S.A. 1ª. Edición. Madrid. 1986
[9] KARDEC, Allan, El Libro De Los Mediumns. Editorial Diana. México.1971
[10] La Ciencia Espiritual propone que la mediumnidad se corresponde, con mayor rigor semántico, a un Sentido Espiritual, correspondiente etéreo de los sentidos físicos aunque no de manera absolutamente equivalente.
[11] Termino acuñado para definir a quien posee facultades Mediumnímicas (en sentido lato, todo espíritu encarnado), que utiliza para mediar entre el mundo de lo material-concreto (o universo físico) y el mundo del Mas Allá o Mundo Espiritual (mundo esencial, numénico o etéreo) propiamente dicho. Tal caracterización implica un desarrollo particular de esta cualidad que le confiere al agente de este fenómeno una connotación especial dentro del seno social que le contiene
[12] OTTO, Rudolp. Lo Santo. Lo Racional y lo Irracional en la Idea de Dios. Alianza Editorial S.A. Madrid. 1980
[13] AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Curso Para Auxiliares. Libro Tercero, 1ª parte. 1ª Edición. Editorial AECB. Buenos Aires.1974
[14] AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Ibidem