ALCANCES PRACTICOS DE ESTA TEORIA
Es evidente que los alcances preliminares de una propuesta de esta naturaleza apenas permiten enunciar una serie de conceptos cuya naturaleza requiere una discusión más amplia y un análisis más detallado de los preceptos que le sirven de fundamento a la propuesta de una Teoría de la Antropología Espiritual.
El estudio formal de la Ciencia Espiritual como una forma de conocimiento sui generis se encuentra apenas en una etapa preliminar a pesar de estar presente en el mundo desde hace casi un siglo; Es un ilustre desconocido, al igual que muchas otras formas de conocimiento, algunas milenarias, ajenas a la aceptación o reconocimiento de la cultura occidental.
Hasta hace relativamente poco tiempo, la Ciencia Formal ha mostrado interés por el estudio de otras maneras de valorar e interpretar al mundo; Por conocer ciertas prácticas culturales ancestrales y otros saberes que han probado su pertinencia a través de miles de años, como el conocimiento de las virtudes curativas de ciertas plantas y algunas prácticas curativas que prefiguran el concepto occidental de enfermedades sicosomáticas; Así como la visión telúrica que integra al ser humano con la naturaleza y la gestión ecológica preservativa de los llamados pueblos tradicionales.
La visión compartimentalizada del mundo por parte de la Ciencia Occidental ha segmentado el conocimiento en campos sumamente especializados generando con ello insularidades prácticamente insalvables que impiden una percepción de conjunto; De frente a esta situación la percepción holistica de la realidad se convierte en una opción válida, más aún, si se la contextualiza en el marco de una epistemología que contemple la validez de múltiples saberes, formales y tradicionales, para alcanzar un comprehensión total del mundo; La aspiración mas preciada de la ciencia.
Pero llegar a este nivel implica hacer una revisión de algunos paradigmas que podrían significar la remoción radical de conceptos que hasta el momento se han constituido en el fundamento de la manera de pensar que sustenta a la civilización occidental. Y para esto se necesita, aparte de capacidad y una sólida argumentación objetiva, tener valor para enfrentar el rechazo y la negación de aquellos que se han erigido en porta estandartes de la verdad revelada y defensores del statu quo vigente.
Seria un verdadero reto para la ciencia ortodoxa aceptar que muchos de sus preceptos, a la luz de otros conocimientos, puedan ser revaluados drásticamente al punto quizá de tener que redefinirse totalmente. Existen muchos intereses creados, muchos egos comprometidos, y un hecho muy cierto es que los científicos no son más que otros seres humanos o Espíritus Encarnados sujetos a las contradicciones que como especie compartimos.
Un hecho incuestionable es que a pesar de los significativos avances de la ciencia; De su cada vez más detallada comprensión del universo físico, es tan poco lo que se conoce del mundo interior de los Hombres, que esto resulta una verdadera paradoja. Ese precario conocimiento, exiguo y tan prejuiciado, del Alma o espiritu (conceptos mismos que fácilmente se confunden), entraña una carencia fundamental y sumamente crítica, que impide al ser humano saber realmente qué es, para que existe y para donde va.
En los albores del siglo XXI, los alcances de las ciencias fácticas, en particular la física cuántica o de las partículas elementales de la materia, plantean más interrogantes que definiciones cuando se llega a límites que la tecnología actual no logra rebasar pero que permiten suponer que hay algo más allá; Un algo, cuya naturaleza es difícil de explicar bajo la óptica de una percepción exclusivamente materialista del mundo y que escapa a la mera percepción mecánica de sus artilugios.
La ciencia aplicada ha permitido proyectar la presencia del Hombre en el contexto inmediato del universo; Acceder a los micro mundos de la materia a través de la nano tecnología, pero, sin aún poder describir y menos comprender que es exactamente la vida; Qué la causa, aparte de unas cuantas reacciones físico-químicas y unos cuantos procesos biológicos que no son más que la manifestación fenomenológica del asunto.
En este orden de ideas, la Antropología Espiritual, apoyada en los preceptos de la Ciencia Espiritual, contempla una propuesta conceptual que permitiría ligar conocimientos dispersos y cuya correlación en concierto podría coadyuvar en la comprehensión de la realidad esencial. Es una propuesta de alcance integral que permitiría una compresión de la Totalidad en la que esta inmerso el Hombre.
Con una perspectiva pragmática, la Antropología Espiritual buscaría soluciones a la problemática existencial del Hombre y la manera de ayudarle efectivamente a resolver sus contradicciones existenciales desde una óptica integral, que si bien le reconoce, al menos por el momento, en la cima de la evolución, (en cuanto criatura conciente de si y, hasta el presente, el único ser capaz de pensarse a si mismo y de avizorar su propia muerte), le explica que es tan solo una parte más de un todo que le contiene y define.
Todo esto significa un enorme reto a encarar.
El estudio formal de la Ciencia Espiritual como una forma de conocimiento sui generis se encuentra apenas en una etapa preliminar a pesar de estar presente en el mundo desde hace casi un siglo; Es un ilustre desconocido, al igual que muchas otras formas de conocimiento, algunas milenarias, ajenas a la aceptación o reconocimiento de la cultura occidental.
Hasta hace relativamente poco tiempo, la Ciencia Formal ha mostrado interés por el estudio de otras maneras de valorar e interpretar al mundo; Por conocer ciertas prácticas culturales ancestrales y otros saberes que han probado su pertinencia a través de miles de años, como el conocimiento de las virtudes curativas de ciertas plantas y algunas prácticas curativas que prefiguran el concepto occidental de enfermedades sicosomáticas; Así como la visión telúrica que integra al ser humano con la naturaleza y la gestión ecológica preservativa de los llamados pueblos tradicionales.
La visión compartimentalizada del mundo por parte de la Ciencia Occidental ha segmentado el conocimiento en campos sumamente especializados generando con ello insularidades prácticamente insalvables que impiden una percepción de conjunto; De frente a esta situación la percepción holistica de la realidad se convierte en una opción válida, más aún, si se la contextualiza en el marco de una epistemología que contemple la validez de múltiples saberes, formales y tradicionales, para alcanzar un comprehensión total del mundo; La aspiración mas preciada de la ciencia.
Pero llegar a este nivel implica hacer una revisión de algunos paradigmas que podrían significar la remoción radical de conceptos que hasta el momento se han constituido en el fundamento de la manera de pensar que sustenta a la civilización occidental. Y para esto se necesita, aparte de capacidad y una sólida argumentación objetiva, tener valor para enfrentar el rechazo y la negación de aquellos que se han erigido en porta estandartes de la verdad revelada y defensores del statu quo vigente.
Seria un verdadero reto para la ciencia ortodoxa aceptar que muchos de sus preceptos, a la luz de otros conocimientos, puedan ser revaluados drásticamente al punto quizá de tener que redefinirse totalmente. Existen muchos intereses creados, muchos egos comprometidos, y un hecho muy cierto es que los científicos no son más que otros seres humanos o Espíritus Encarnados sujetos a las contradicciones que como especie compartimos.
Un hecho incuestionable es que a pesar de los significativos avances de la ciencia; De su cada vez más detallada comprensión del universo físico, es tan poco lo que se conoce del mundo interior de los Hombres, que esto resulta una verdadera paradoja. Ese precario conocimiento, exiguo y tan prejuiciado, del Alma o espiritu (conceptos mismos que fácilmente se confunden), entraña una carencia fundamental y sumamente crítica, que impide al ser humano saber realmente qué es, para que existe y para donde va.
En los albores del siglo XXI, los alcances de las ciencias fácticas, en particular la física cuántica o de las partículas elementales de la materia, plantean más interrogantes que definiciones cuando se llega a límites que la tecnología actual no logra rebasar pero que permiten suponer que hay algo más allá; Un algo, cuya naturaleza es difícil de explicar bajo la óptica de una percepción exclusivamente materialista del mundo y que escapa a la mera percepción mecánica de sus artilugios.
La ciencia aplicada ha permitido proyectar la presencia del Hombre en el contexto inmediato del universo; Acceder a los micro mundos de la materia a través de la nano tecnología, pero, sin aún poder describir y menos comprender que es exactamente la vida; Qué la causa, aparte de unas cuantas reacciones físico-químicas y unos cuantos procesos biológicos que no son más que la manifestación fenomenológica del asunto.
En este orden de ideas, la Antropología Espiritual, apoyada en los preceptos de la Ciencia Espiritual, contempla una propuesta conceptual que permitiría ligar conocimientos dispersos y cuya correlación en concierto podría coadyuvar en la comprehensión de la realidad esencial. Es una propuesta de alcance integral que permitiría una compresión de la Totalidad en la que esta inmerso el Hombre.
Con una perspectiva pragmática, la Antropología Espiritual buscaría soluciones a la problemática existencial del Hombre y la manera de ayudarle efectivamente a resolver sus contradicciones existenciales desde una óptica integral, que si bien le reconoce, al menos por el momento, en la cima de la evolución, (en cuanto criatura conciente de si y, hasta el presente, el único ser capaz de pensarse a si mismo y de avizorar su propia muerte), le explica que es tan solo una parte más de un todo que le contiene y define.
Todo esto significa un enorme reto a encarar.