MEDIUMNIDAD Y USO DE ENTEOGENOS O DIOS-EN-MI


Para contribuir a situar aún más objetivamente la mise en scène del fenómeno en cuestión a través de la historia y las diferentes maneras en que se ha inducido su manifestación, se estima conveniente reseñar su asociación a las practicas extáticas o de trance[1] empleadas para generar estados de conciencia alterada o no-ordinaria[2] merced a recursos de variada índole, de orden endógeno (como la oración, los mantras, el ayuno, la vigilia, las ordalías y ejercicios corporales, las técnicas de control de la respiración, la meditación trascendental, el yoga, etc., etc.) o de tipo exógeno como la ingestión de sustancias y plantas que producen cambios de conciencia (como los hongos del tipo amanita muscaria; El peyote, el don diego y el san pedro; El yagé, virola o Ayahuasca; la coca, el borrachero; el opio, la marihuana y el haschisch; La atropa, la datura y el beleño; la iboga, etc., etc.)[3]. Estas plantas han sido llamadas alucinógenas, psicoactivas, psicotrópicas o psicodislépticas. Más aún hoy en día, en el ámbito antropológico, a todas se las categoriza como Enteogenos: Expresión derivada del griego clásico –en (dentro) + theus (dios) + gen (que genera o despierta)- y que en buen romance vendría a significar “que genera o despierta dios dentro de mi”[4].

Considerando que ciertas investigaciones han llegado a determinar que su uso ha sido cuasi universal (se estima que al menos un 95% de las comunidades humanas conocidas han empleado los enteogenos y que igualmente su uso continuo se ha presentado durante 95% del tiempo histórico)
[5], estimamos pertinente dedicar un breve análisis a este aspecto de la cultura humana en relación con el fenómeno aquí tratado.

De acuerdo con los especialistas, su uso ha tenido como propósito primordial suscitar un estado de conciencia alterno que permita al practicante acceder al mundo numénico que comprende y genera al universo físico o natural. El sustrato simbólico de tales prácticas ha estado circunscrito, y determinado, a un nivel fenomenológico, por la manera de aprehender el mundo, en términos generales, la cultura, propia de los individuos en cuestión; Su visión cosmogónica, su ethos y thelos concebidos para el mundo y su propia existencia. Ahora, en un contexto más trascendente y acorde con los presupuestos de la Ciencia Espiritual, en la condición o carácter espiritual que determina la idiosincracia de los Espíritus Encarnados, o Seres Humanos.

Mutatis mutandis, desde la perspectiva holistica y epistemológica de la Antropología Espiritual, es viable asumir que las prácticas extáticas, sin importar su índole, no son más que mecanismos a través de los cuales se induce un ejercicio pragmático de la mediumnidad, mediante una modificación voluntaria de la conciencia ordinaria, en un marco ético-moral susceptible de ser revisado considerando la finalidad cognoscitiva de tal facultad para contribuir positivamente a la evolución del Espiritu Encarnado. A este respecto es pertinente señalar como la Ciencia Espiritual, en franco contraste con la tradición reseñada, propone que la practica de la Mediumnidad, o Sexto Sentido o Sentido Espiritual, ha de hacerse de manera absolutamente natural, es decir, sin el uso de técnicas, artificios o sustancias que alteren la conciencia del médium en un marco ético-moral consecuente con el thelos de la experiencia vital cual es el de contribuir a la evolución espiritual de los espíritus encarnados.

Consecuente con su doctrina agrega que esta práctica ha de realizarse exclusivamente con un propósito positivo y bajo los auspicios de Espíritus del Bien de tal manera que se evite la incursión en la fantasía o en la distorsión de la realidad a través del pensamiento mágico
[6]. En este orden de ideas entonces habría que revisar la noción de conciencia no-ordinaria, pero más aún la de estado alterado de conciencia, pues a la luz de la Ciencia espiritual, el médium siempre ha de estar plenamente conciente (en uso y control de su libre albedrío) y no sujeto a manipulaciones de fuerzas ajenas a su voluntad; Y de hecho, tan solo, afirma, percibirá la verdadera realidad (la espiritual) allende al mundo fenomenológico en el que habita[7]. Dentro de ese contexto, el marco ético-moral es determinante para que tal facultad cumpla su función cognoscitiva a cabalidad. Es decir, ha de estar encuadrado dentro de principios de Verdad y Justicia para que no sea una manipulación más de las Categorías Espirituales del Error cuyo resultado comprometa negativamente a sus participantes.
Expuesto lo anterior, la Antropología Espiritual, convalida la importancia de esta facultad y propone que el estimulo de la misma potencia la posibilidad de tener una herramienta que ha de servir para la verificación de la realidad espiritual del mundo y la comprensión holistica de la experiencia humana।
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NOTAS
[1] MIRCEA, Eliade. El Chamanismo o las Técnicas Arcaicas del Éxtasis. Fondo de Cultura Económica. México.1975
[2] ZULUAGA R., German. La Cultura De Yagé, Un Camino De Indios. En: Revista Visión Chamánica. No.1. Errediciones. Bogotá. 1999
[3] ZULUAGA R., German. Ibidem
[4] FERICGLA, Joseph. El Peso De Los Enteogenos En La Dinámica Cultural. En: Revista Visión Chamánica. No.1. Errediciones. Bogotá. 1999
[5] PINZON, Carlos. El Chamanismo Como Una Fuerza Más Del Poder Social. Entrevista en: Revista Visión Chamánica. No.1. Errediciones. Bogotá. 1999
[6] Conjunto de creencias de orden mágico-religioso (mitos y milagros) que permean la racionalidad objetiva con elementos conceptuales producto de la fantasía y la imaginación subjetiva, según la Ciencia Espiritual. Ver: AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Dios y su Creación según la Enseñanza de Jesús de Nazareth. Editorial de la AECB. Buenos Aires, 1999
[7] AECB. Asociación Escuela Científica Basilio. Curso Para Auxiliares. Libro Tercero. 2ª Edción. Editorial AECB. Buenos Aires.1976

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